sábado, 10 de marzo de 2012

El renacimiento

Reforma y contrareforma

Edad Media

Sociedades Agrarias


SOCIEDADES AGRARIAS
En cuanto a esta terminología y después de una búsqueda ardua no hemos encontrado definiciones concretas dentro de los diccionarios consultados (incluyendo en la Biblioteca Nacional en Madrid). Hemos optado pues, buscar primero el término Sociedad y después términos diferentes relativos a este tipo de sociedades:
SociedadGrupo de personas que tienen una cultura común y en cierta medida diferenciable, que ocupan un área territorial y que se consideran así mismos como una entidad separada. Y que incluye todas las instituciones requeridas para satisfacer las necesidades humanas básicas. Fuente: Dicc. De Sociología de Salvador Giner, Emilio Lamo de Espinosa y Cristóbal Torres.
SociedadTérmino que hace referencia a la totalidad de las relaciones entre hombres y mujeres en sus diversas posiciones y roles en un área geográfica dada o en el seno de la humanidad en general.
Los sociólogos tienden a concebir los fenómenos culturales como producto de los eventos intrasociales, y, por tanto, subordinados. Los antropólogos, por su parte, confieren primacía determinante a un conjunto de fenómenos de la sociedad no sean para ellos sino meras partes de la cultura. Fuente: Diccionario de Antropología Thomas Barfield. Ediciones Bellaterra.
SOCIEDADES AFLUENTE ORIGINAL: Los antropólogos consideraron la vida de los cazadores-recolectores (nómadas) de impecable dureza. Laborando desde el alba a la noche por la mera subsistencia con apenas tiempo que dedicar a la formación de una cultura, parecían ajustarse perfectamente a la siniestra imagen del hombre primitivo descrita por Thomas Hobbes. En esta situación no hay lugar para la labor productiva porque su fruto es incierto, desconoce la faz de la tierra, se ignora el tiempo no hay artes.... Fuente: Diccionario de Antropología Thomas Barfield. Ediciones Bellaterra.
Sociedades primitivas: Se refiere de modo impreciso a culturas que tienen una tecnología relativamente simple, una relativa homogeneidad cultural y aislamiento relativo de las influencias culturales más amplias, tengan o no un lenguaje escrito. Fuente: Dicc. De Sociología de Salvador Giner, Emilio Lamo de Espinosa y Cristóbal Torres.
Sociedades agrarias, aparecen al mismo tiempo que las sociedades cazadoras y recolectoras. El hombre aprende a cultivar la tierra y a conservar los frutos de ésta. Aparecen los grupos dominantes: aristócratas, sacerdotes y militares. Fuente: Antropología Rural Profesora: Dra. Gabriela Vargas Cetina.
Sociedades agrarias: Son las clases subordinadas de las sociedades estatales dedicadas a la producción de alimentos mediante el uso de tecnologías preindustriales. Los campesinos de todas las épocas y lugares son estructuralmente inferiores. Fuente: Dalton, 1972: 406.
La mayor parte de las personas que viven hoy en días son miembros de un tipo u otro de clases campesinas. Marvin Harris.
Los tres tipos de campesinos más importantes son:
a) Campesinos feudales sometidos al control de una clase dirigentehereditaria descentralizada, cuyos miembros proporcionan asistencia militar mutua. Las relaciones feudales se definen como un intercambio de obligaciones, deberes, privilegios y derechos mutuos entre el señor y el siervo.
b) Campesinos de estado: el estado está fuertemente centralizado (antiguo Perú, Egipto, Mesopotamia y China). Los campesinos pueden estar directamente sujetos al control estatal, además de, o en ausencia de, un control estatal, además de, o en ausencia de, un control de una clase señorial local. Los campesinos agrodirectivos están sujetos a frecuentes reclutamientos para brigadas de trabajo. A cambio el estado realiza un esfuerzo para alimentar sus campesinos en caso de escasez alimenticia provocada por sequías u otras calamidades.
c) Campesinos capitalistas (Africa, India y el sudeste de Asia, que gozan de crecientes oportunidades para comprar y vender tierras, trabajo y alimentos en mercados competitivos. La mayor parte del campesinado que existe en el mundo fuera del antiguo bloque comunista pertenece a esta categoría.
SOCIEDADES (PUEBLOS) CAZADORES-RECOLECTORES
Fueron los primeros grupos humanos. Eran de entre 20 y 30 personas. Vivían en una zona hasta que los frutos y la caza empezaban a escasear, trasladándose a otro lugar, en un radio muy pequeño. En sus enfrentamientos con otros grupos nunca había muertos. Los ancianos tenían mucho poder de decisión debido a su experiencia. Fuente: Antropología Rural Profesora: Dra. Gabriela Vargas Cetina.
Cazadores-recolectores, pueblos que para subsistir practican la caza y la recolección de alimentos silvestres, sin desarrollar apenas o en absoluto algún tipo de agricultura.
Hace miles de años, estaban presentes en todo el mundo. Hoy existen, en algunos países, pequeños grupos nómadas que viven de la caza de animales y aves salvajes, de la pesca, de la recolección de frutos, semillas y setas silvestres, de la extracción de raíces y tubérculos comestibles, y de la recogida de miel de abeja, actividades que rara vez aportan más del 50% de su dieta alimenticia.
No constituyen en ningún caso un grupo numeroso, ya que ningún entorno podría aguantar una depredación intensa sólo con las plantas y animales con que cuenta a su alrededor. Los grupos más conocidos: pueblos aborígenes de Australia, los inuit de Groenlandia, Canadá, Alaska y norte de Siberia, y diversas etnias de la selva amazónica. Algunos obtienen la mayor parte de su subsistencia de fondos sociales y salarios laborales. Los San de Botsuana, Namibia y sur de Angola han perdido el control sobre la mayor parte de sus territorios y hoy viven como braceros no cualificados. Miles de pigmeos africanos continúan siendo cazadores activos, pero apenas recogen alimentos vegetales, ya que prefieren conseguirlos de sus vecinos mediante el intercambio de carne o realizando algún tipo de trabajo en sus granjas. Menos conocidos en Somalia, Etiopía, Kenia, Tanzania, Ruanda y Burundi; en Canadá, Estados Unidos, Brasil, Venezuela y Chile, o en Rusia, India, Tailandia, Malasia, Indonesia y Filipinas.
Cada vez encuentran más dificultades para subsistir practicando su forma de vida y se ven sometidos a grandes presiones de los gobiernos y de los diferentes pueblos vecinos para que entreguen sus territorios, incorporen a sus hijos en los sistemas de educación oficiales, acepten llevar una vida sedentaria y rechacen sus tradiciones religiosas y culturales con el fin de integrarse en la sociedad. Algunos movimientos de indígenas y aborígenes se han rebelado contra estas presiones, a veces muy agresivas; sin embargo, en la mayoría de los casos se han realizado muy pocos avances y la situación, por lo general, continúa siendo la misma.
Los antropólogos han llevado a cabo estudios sobre las sociedades modernas de cazadores-recolectores, contribuyendo a despertar la conciencia pública sobre su desfavorable situación. Han ayudado a que se garantice, legalmente, la titularidad de parte de sus territorios. Gracias a estas investigaciones, sabemos que este tipo de sociedades presentan un carácter muy solidario, son las menos estratificadas del mundo.
Estos grupos no mantienen unas diferencias tan marcadas de poder, salud y prestigio entre sus miembros, como ocurre en nuestra sociedad. Se da el mayor grado conocido de igualdad entre hombres y mujeres (el trabajo se divide equitativamente entre los sexos), entre ancianos y jóvenes, entre padres e hijos, entre jefes y súbditos, entre iniciados religiosos y congregaciones religiosas, entre los cualificados y los inexpertos, entre los fuertes y los débiles.
Esta igualdad proviene de la gran importancia que tiene para ellos el reparto de los recursos con los demás miembros de la comunidad. Se pretende hallar claves de la vida de estas sociedades, pre agricultura y pre pastoreo, hace unos 10.000 o 15.000 años. Comprender a aquellos pueblos que vivieron en la antigüedad es un tema controvertido; las comunidades generan constantemente cambios en sus hábitos de vida, cultura y valores. Las sorprendentes analogías en tipos de organización social de distintos lugares con una historia muy dispar, parecen confirmar que el vivir de la caza y la recolección posee características concretas, no alteradas por los cambios sociales generados en las sociedades respectivas en las que les ha tocado vivir.
Siendo así, las formas de organización descubiertas entre los modernos grupos de cazadores-recolectores pudieron darse durante el periodo anterior a la aparición de la agricultura, quizá añadidas a otras formas hoy desaparecidas. Algunos investigadores aceptan esta hipótesis, mientras que otros la rechazan. Fuente: Biblioteca de Consulta Microsoft ® Encarta ® 2004. © 1993-2003 Microsoft Corporation.
Bibliografía
Además de las ya citadas a lo largo de los textos, se han utilizado las siguientes fuentes:
1.www.sociologicus.com
2.www.um.es/gqo/UnIncesto.htm (Artículo aparecido en El Pais el 16-8-00) Mariano Fernández Enguita –“Endogamia no, incesto y partenogénesis”
3.www.jurid.net/Minerva/juberias.htm
4.www.theses.ulaval.ca/2003/21210/21210.html/
5.www.liceus.com/cgi-bin/aco/ant/malinowski
6.www.cholonautas.edu.pe/pdf/malinowski
7.es.geocities.com/antropokrisis/biomalinowski.htm
8.Apuntes UNED Profesor Julián López García
9.“Introducción a la antropología general”. Marvin Harris
10.De la biografía de Malinowski, se ha utilizado material para la definición conceptual de Endogamia y Exogamia.
11.“La sexualidad de los salvajes del Noroeste de la Melanesia” Edi. Morata
12.http://www.filosofia.org/filomat/dfsis.htm (Diccionario Filosófico)
13.http://es.geocities.com/soloapuntes/primcurs/antropo1/tgant.html
Nota: Lo que tenemos denominado como sociedades agrarias y como sociedades cazadoras-recolectoras, se ha localizado bien como pueblos, bien como comunidades, bien como sociedades.

Copiado de : http://www.aulafacil.com/psicologia-tratamiento/curso/antropologia-comportamiento-5.htm


La manumisión

Manumisión, de esclavo a hombre libre


Una de las cuestiones que se suelen esgrimir como prueba de la falta de ética de la Antigua Roma es su uso indiscriminado e industrial de la esclavitud, como si nuestros antepasados latinos hubiesen sido los fundadores de tan deleznable práctica. Ya sabemos que esto no es así, y que en la Grecia Clásica y en la mayoría de culturas anteriores esto era parte del status quo social. Lo que sin duda es único de la civilización romana es que disponía de un proceso estructurado de mejora social, por el cual un esclavo podía liberarse de su condición, convirtiéndose en un hombre libre por medio del procedimiento llamado Manumisión.

Los motivos por los que un ciudadano romano podía liberar o manumitir a un esclavo podían ser múltiples, desde un premio por los servicios prestados hasta la compra de la libertad por parte del mismo esclavo.

¿Y después de la Manumisión, qué?

En Roma los ex esclavos pasaban a ser denominados libertos, tomando usualmente el nombre de familia de su antiguo amo como propio. Aunque según la Ley dejaban de ser considerados como meros objetos, tampoco pasaban a ostentar los mismos derechos que un ciudadano romano. Los libertos no podían seguir una carrera política, pero sí podían convertirse en activos y en algunos casos exitosos comerciantes y hombres de negocios. Aunque pocos, existen ejemplos de libertos que llegaron a asesorar a emperadores, reflejo de la consideración que podían llegar atesorar.

¿Cuántos esclavos se manumitían?

Los académicos han debatido largamente acerca de la frecuencia de uso de tal procedimiento y su grado de utilización. Pues bien, si nos atenemos a lo que nos dice Tito Livio (VII. 16):

En el 357 {aC} se aprobó la ley Manlia en Roma por la que se aprobaba el impuesto de manumisión. La liberación de un esclavo supondría a partir de ese momento un 5% de impuesto. Como un 5% es una vigésima parte, este impuesto fue llamado Vicesima


H.H. Scullard, en su "A History of the Roman World 753-146 BC". (London: Methuen & Co. Ltd., 1980) sostiene que sobre el supuesto de los registros de dichos impuestos, hacia el año 209 aC, se habían manumitido cerca de 1350 esclavos cada año, lo cual es una cifra nada despreciable.


El lápiz



Qué espera Dios de ti.

}ESTUDIANTES - LISTA


EL ORIGEN DE LAS CIUDADES.


Los orígenes de la ciudad

Una de las preocupaciones de las Ciencias Sociales consiste en entender el origen de las ciudades, como un proceso histórico muy complejo.  Anteriormente, una de las maneras de resolverlo era identificando los primeros motores; es decir, aquellos procesos causales que dieron paso a la formación del espacio urbano.  Hoy nos tenemos que conformar con pensar que existe una lista de procesos claves que se retroalimentan, para proveer las condiciones para que aparezca sobre la faz de la tierra la conjunción más compleja de procesos sociales que toma la forma de un espacio construido como la ciudad. En esta introducción a los orígenes, nos guiamos por unas preguntas  esenciales.  

¿Porqué surgen las ciudades?
Es dificil saberlo, pero los estudiosos en el campo de la Historia y la Arqueología concuerdan en que el nacimiento de las ciudades está asociado a una compleja red de procesos sociales, económicos y culturales que se retroalimentan, para formar asentamientos poblacionales de alta concentración poblacional, alta densidad de viviendas y estructuras, desarrollo de edificios en torno a un núcleo, gran tamaño, y arquitectura monumental (templos, tumbas, palacios, plazas).  

La ciudad tiene una población, que aunque de origen étnico diverso, tienen un sentido de pertenencia (son, ciudadanos).  En términos políticos y administrativos, la ciudad se rige por las leyes, decretos y visiones de unas clases que ostentan el poder, y que en los orígenes emanaba de un mandato divino.  

¿Dónde surgen las primeras ciudades?
Las ciudades surgen en el Medio Oriente, en toda una región conocida como el Creciente Fértil. Esta era una región muy rica en plantas silvestres de frutos altos en proteinas, de ríos caudalosos, y áreas con una gran biomasa animal.  Al pie de los montes Zagros, de los Tauros, en Anatolia (Turquía), en lo que hoy es Irán e Irac, en lo que se conoció como Mesopotamia, en todos estos lugares se dieron los primeros experimentos urbanos.  Es decir, de comunidades (muchas de ellas con cercas o palizadas, o pequeños muros bordeándolas) agrícolas y pastoriles que fueron creciendo, a medida que fueron capaces de sostener a poblaciones más numerosas.  



¿Qué había antes de la ciudad?
Comunidades pequeñas dedicadas a la siguientes actvidades:
recolección de alimentos: nueces, legumbres, frutas, y granos silvestres de plantas gramíneas como el trigo, el centeno, la cebada, entre otros.
Cacería de animales (cabras, ovejas, cerdos, y reses salvajes).
Pesca en los ríos.

La extraordinaria abundancia de estos alimentos hizo posible el desarrollo de pequeñas comunidades semi-sedentarias y sedentarias dedicadas a esa actividad, la cual una vez fue dominada dio paso al desarrollo de la agricultura.

¿Qué evento significativo permitió que se dieran los primeros pasos hacia la formación de las ciudades?
Hay muchas teorías sobre este particular, pero la comunidad científica todavía se aferra a lo que el arqueólogo Gordon Childe llamó “La Revolución del Neolítico” (o la nueva edad de piedra). Childe usó este término para describir lo que se conoce como La Revolución Agrícola. (Entre el 10,000 y 12,000 AC).  

Al terminarse lo que los prehistoriadores llaman el Paleolítico (la antigua edad de piedra), muchas de esas comunidades fueron descubriendo y aprendiendo la domesticación de plantas y animales: en vez de recolectar los frutos, seleccionaban las semillas, las sembraban y cosechaban sus frutos, y en vez de cazar animales, los capturaban, los domesticaban (seleccionando los más dóciles), reteniéndolos, pastoreándolos y alimentándolos. Usaban y consumían sus productos: carne, estiércol (como combustible), leche, cueros y lana.  Luego los usaron como animales de tiro, para la labranza y demás actividades agrícolas, así como para la transportación.  

La revolución del neolítico trajo consigo una serie de innovaciones tecnológicas que todavía impactan nuestra vida cotidiana: el uso de ciertos animales domésticos en nuestra dieta (cabras, ovejas y ganado vacuno (la domesticación del Bos primigenius en Bos domésticus), el pan (producto de un proceso complejo de preparación de masa, uso de levadura, y hornear), la cerveza (o sea, las cosas fundamentales de la vida, si es que vemos a esta bebida como un jugo de cereales fermentado), la cerámica, el uso de metales y los silos (lugares para almacenar los granos), la azada, el arado, la rueda, el uso de la irrigación para manejar los abastos de agua e irrigar los campos de cultivo, entre otros.  

¿Cuáles fueron los primeros experimentos en vida urbana?
Por toda la región del Oriente Medio hay ejemplos arqueológicos de las primeras aldeas agrícolas que fueron los prototipos de lo que serían las primeras ciudades.

En el Creciente Fértil aparecen durante ese mismo período aldeas agrícolas permanentes, con un trazado de forma rectangular, casas construidas todas de manera uniforme, y patios amurallados.  Los sitios arqueológicos de Tell es Sawan, Umm Dabaghiyah, Yarim Tepe y Ali Kosh son ejemplos de ello.  


¿Cuáles son los pre-requisitos de la ciudad?
Para que observemos en el tiempo la formación de una ciudad, tenemos que detectar toda una series de factores y procesos. A continuación presento una lista de esos “pre-requisitos” que deben de aplicar a la mayoría de las primeras ciudades en la historia de la humanidad:

Crecimiento poblacional.
Aumento de la producción agrícola para sostener a esa población.
Aparición de unas clases dominantes que controlan el aparato político.
La burocracia (cadena de mando que opera de manera racional los sistemas).
Pago de tributos (en trabajo o especie) a las clases dominantes.
Especialistas en religión, política, agricultura, artesanías y otras actividades, que vivían en la ciudad.
Desarrollo de la escritura, y las ciencias como la matemática (sistemas de numeración y contaduría) y la astronomía para los censos de producción, la construcción de edificios, y calendarizar las actividades agrícolas.
El trabajo forzado por medio de la esclavitud o los tributos.
La producción de excedentes; es decir, la capacidad de producir mucho más de lo necesario para la subsistencia de los individuos.
Los militares para proteger a las clases dominantes y asegurar el pago de tributos.
Comercio a distancia con otras ciudades y asentamientos.
El Estado: el poder político centralizado en la manos de unas clases dirigentes.


¿Cuáles son los signos arquitectónicos de las primeras ciudades?
La arquitectura edilicia (pública) monumental: templos, piramides, tumbas, plazas, centros ceremoniales, mercados.
En Mesopotamia, la muralla bordeando la ciudad.
La planificación en el trazado urbano.
La separación de áreas de vivienda, de trabajo, de adoración religiosa y de funciones políticas.

¿Cómo eran esas primeras ciudades?
La ciudad de Uruk, también en Sumeria, era ya en el año 3,200 AC un importante centro urbano. Para muchos estudiosos, fue la primera ciudad en la humanidad.  

Su crecimiento urbano fue el producto de la conurbación de dos asentamientos que se fusionaron para crear la ciudad. En el año 2,800 AC Uruk era una “megaciudad” de la antiguedad, cubriendo un área de 550 acres (o aproximadamente 500 cuerdas) y unos 50,000 habitantes. Sus características más importantes lo eran las murallas y los zigurats (templos y centros de adoración montados sobre plataformas o torres altas).  Originalmente el poder político estuvo en manos de los sacerdotes o especialistas religiosos.
Otra de las primeras ciudades lo fue Ur (posiblemente heredamos de los sumerios el fonema “ur” para designar lo que tiene que ver con la ciudad), que en la Biblia aparece como Ur de los caldeos.
Localizada en el “tell” (quiere decir montículo) al Muqayyar, entre Bagdag y el Eufrates, en Irac, es una de las primeras ciudades en la historia de la humanidad. Los primeros asentamientos se fundaron en el año 4,000 AC (la cultura ubaid) y para el año 3,000 AC ya era una próspera ciudad-estado de Sumeria.  Fue regida por varias dinastías reales que construyeron gigantescos zigurats y templos, como el que vemos a continuación.

Modo de Produccion Feudal

jueves, 8 de marzo de 2012

Mercantilismo





Historia de Grecia Roma Republicana
















LA CAÍDA DEL IMPERIO ROMANO – Peter Heather

La Caída del Imperio RomanoUno puede pensar que gastarse 30 eurazos en un libro por una simple recomendación leída en una revista es mucho arriesgarse, pero había algo en el libro que me llamaba poderosamente (temática aparte).
Y no me equivoqué.

En esta obra, el historiador inglés nos presenta sus ideas de manera convincente. Durante muchos años el papel de los denominados “pueblos báraros” en la disolución el imperio romano había sido tan matizada que a veces parecía haber perdido toda importancia.
Sin embargo, para Heather, el fin del Imperio no vendrá dado por la injusticia fiscal, ni por fallos en la economía o discordias internas, sino por las consecuencias de las invasiones bárbaras que comenzaron a finales del siglo IV.Primero se centra en los problemas con los pueblo germánicos (los godos mayormente en su extraña relación amor-odio con Roma).
Heather nos proporciona uno de los relatos más detallados acerca de las campañas militares de la época tardorromana. Comenzando por el desastre de Adrianopolis, y estudiando en detalle el efecto de las distintas oleadas de invasores hunos (y de los pueblo empujados ante estos), el autor nos proporciona una detallada descripción de los efectos que esta sucesión de victorias y derrotas tuvo en el Imperio.
Además, nos cuenta que la propia disolución de lo que podríamos llamar “Imperio huno” aceleró la descomposición del imperio romano al permitir el avance y consolidación de los demás pueblos bárbaros a ellos sometidos.
No es de extrañar que sean godos y hunos los que centren buena parte del libro (sin olvidar a vándalos y demás pueblos “invasores”) ya que el autor posee otras obras con estudios referentes a estos pueblos.
Además todo lo que el autor cuenta lo hace bien y de forma convincente (al estar apoyado abundantemente en fuentes de la época y en pruebas arqueológicas), a la par que su lectura se hace bastante amena al estar muchas veces salpicada de pequeños relatos casi humorísticos (como uno protagonizado por un loro demasiado parlanchín).
En cuanto a la traducción es bastante buena, aunque había alguna confusión entre los ríos Rhin y Ródano, y en algún momento se confundía la expresión “Indian summer” (que viene a significar “Veranillo de San Miguel o san Martín”) con “veraneando en la India”.
Por lo demás, un libro que no me arrepentí de comprar ni de leer.

Tomado de : http://www.hislibris.com/la-caida-del-imperio-romano-peter-heather/























Historia de Roma


Esclavos en el Imperio Romano: el caso de Onésimo

Néstor O. Míguez

Resumen
Estudio de la situación general de los esclavos en el temprano Imperio Romano, su incidencia económica y formas de esclavitud. Ubicamos especialmente a los esclavos domésticos y artesanos urbanos, con la hipótesis de que Onésimo entraría en esta categoría. Se examinan algunos elementos de la Carta para ver la particular relación Onésimo-Filemón.
Abstract
A survey on the general conditions of slaves in the Early Roman Empire, its economic importance and diferent forms of slavery. Our concern points specially to domestic slaves and urban artisans, for we consider Onesimus might fall under this category. Certain aspects of the letter are studied to understand the particular relationship between Philemon and Onesimus.

Para poder ubicar la carta de Pablo a Filemón en su contexto real conviene tener una visión general de la esclavitud en el temprano Imperio Romano (el Principado, 31 aC al 150 dC). La abyecta institución de la esclavitud tenía una incidencia decisiva en la economía del Imperio, y se puede decir sin dudar que la explotación inmisericorde de los esclavos constituye la línea de base de todo el sistema, tanto en lo económico como en lo político, social y cultural. Se calcula que cerca de un treinta por ciento de los habitantes del Imperio estaban sometidos a distintas formas de esclavitud. Si bien algunos autores modernos manifiestan la tendencia a suavizar el sentido de la esclavitud y buscar algunas excepciones de esclavos bien tratados o que incluso llegan a acumular poder (los de la Casa del César) y aún cierta riqueza cuando quedaban como libertos, la esclavitud era la más baja situación posible, ya que se niega la misma condición humana del esclavo (es apenas la “herramienta parlante” de la que habla Aristóteles). Los osarios que conservan los restos de los esclavos urbanos mejor tratados muestran en muchos casos, aún veinte siglos después, las marcas de sus condiciones de vida: restricciones alimentarias, deformaciones laborales, muertes prematuras, etc. Para la inmensa mayoría de los esclavos, la vida fue una pesada carga y maldición. Los mismos restos muestran que excepcionalmente superaban los 35 años de vida. Tampoco era fácil la vida para una significativa cantidad de hombres y mujeres libres, pero sumidos en la mayor pobreza. Se calcula que la mayoría de la población del Imperio vivía en una línea de mera subsistencia, frente a los legendarios derroches de los aristócratas romanos y sus aliados de las provincias.
Sin embargo, el fenómeno de la esclavitud no es uniforme, y la gran variedad de condiciones y prácticas de la explotación esclavista puede introducir importantes variantes de lectura a la hora de interpretar esta carta. Con decir que Onésimo era esclavo y Filemón dueño de un esclavo no se definen la posición social, el grado de riqueza o las prácticas de vida de uno y otro. Como veremos, podía haber esclavos que manejaran con cierta independencia significativas fortunas, con decisivo poder sobre otros esclavos (véase la parábola de Mt 24,45-51), así como patrones artesanos que apenas podrían distinguirse, en cuanto a la calidad de vida, de sus esclavos ayudantes, a no ser por el status jurídico.
A los efectos de poder presentar una visión de conjunto, examinaremos en primer lugar el sistema esclavista romano como totalidad, para luego estudiar el caso específico al que se refiere la carta de Pablo.
1.         El modo de producción esclavista
El modo de producción del Imperio romano estaba asentado sobre un sistema de explotación esclavista. Tanto en el ámbito rural como en el urbano, el trabajo de los distintos tipos de esclavos generaban el excedente económico del que se apropiaban los sectores poderosos. En el caso de la sociedad mediterránea dominada por Roma, tanto en las postrimerías de la República como durante el Principado, la explotación del trabajo cautivo constituía la mayor fuente del excedente económico que mantenía el sistema. Este sistema se impone en todo el Imperio, tanto en la Italia originaria como en las tierras conquistadas, lo que no signi­fica que las características específicas en toda la exten­sión del mismo sean idénticas. Junto con la producción, en algunos momentos fueron significativos los botines de guerra, una parte sustancial de los cuales era, justamente, la provisión de esclavos. “Si bien no podemos saber con exactitud el tamaño de la población esclava en Ita­lia, ni tampoco acerca de la proporción entre el trabajo esclavo y el trabajo de los libertos en determinados secto­res de la producción, es evidente que el primero adquirió importancia particularmente en los tipos de economía nuevos y más adelantados. La tenencia de esclavos desplazó a otras formas de rendi­miento y fue introducida tanto en la produc­ción como en los ámbitos improductivos de la vida” .
La producción de los esclavos era importante en todos los campos de la economía. Estos eran la principal fuerza de trabajo en los estableci­mientos agrícolas de mediana y gran envergadura y proveían gran parte de la mano de obra de los talleres artesanales. Los había médicos, músicos, arquitectos, artistas y constructores. No faltaban los que estaban a cargo de otros esclavos, como los mayor­domos tanto de las fincas rurales como de las urbanas, o los que conducían negocios para sus patrones. En ocasiones eran alquilados por sus patrones como trabajadores contra­tados.
Si bien no puede subestimarse la existencia del trabajo contratado o asalariado por parte de hombres libres, cabe afirmar que “la clase propietaria [...] extrae la mayor parte del plusvalor de la población laboral por medio deltrabajo cautivo. Esto es muy diferente a tratar de demostrar que en la antigüedad griega (o romana) el grueso de la producción era realizado por esclavos, o aún (al menos hasta el Bajo Imperio Romano) por esclavos, siervos y todas las otras formas de trabajadores cautivos en conjunto.” G. de Sainte Croix indica que el producto combinado de los campesinos y artesanos libres debe haber excedido al de los trabajadores cautivos. Pero los trabajadores libres no propietarios, o aquellos cuya pro­piedad fuera explotada familiarmente, estaban agobiados por otras formas de explotación, como los servicios compulsivos, los impuestos y contribuciones, la conscripción mili­tar en el caso de los ciudadanos romanos etc. El trabajo libre probablemente sólo permitía, en la mayoría de los casos, sólo el manteni­miento del nivel de subsistencia. Así nos lo mostrarían, entre otros muchos posibles ejemplos, dos textos neotestamentarios: la parábola de los obreros contra­tados para la viña (Mt 20,1-15), tomada del ámbito rural, donde aparecen claros los fenómenos de la desocupación y del salario pagado como un salario mínimo, de subsistencia; y del ámbito urbano (1 Ts 2,9) donde Pablo indica que para poder vivir sin ser carga para otros hubo de tra­bajar “día y noche”.
La existencia de un exce­dente acumulado dispo­nible para la clase propietaria debido al uso del trabajo cautivo caracteriza y condiciona a toda la formación social. Resulta un factor estruc­tural de la economía y de la sociedad en su conjunto. No afecta solamente a la producción de los esclavos y su apropiación por parte de la clase fundamental (grandes propietarios rurales), sino que determina también la inserción y articulación de otras formas productivas existentes y del conjunto de las relaciones sociales. Sin embargo, sería una simplifica­ción reducir a esta contradic­ción fundamental todo el con­junto de las relaciones socia­les. Para la tardía República y comienzo del Principado nos encontramos con una comple­ja situación de relaciones de clase.
Tanto en la producción agraria como en la urbana se trabajaba con esclavos. La distinción que a veces se hace entre el siervo rural feudal (adherido a la tierra) y el esclavo urbano doméstico (más directamente sometido al patrón) no resulta decisiva para el Imperio romano. En el caso romano (así como en el griego) los esclavos son propiedad privada del patrón. En el feudalismo asiático y en el tributarismo, el Estado (o la ciudad-estado) es el gran poseedor de esclavos para la obras públicas o la explotación de las tierras del Señor (el Rey o la nobleza), salvo, quizás, unos pocos esclavos domésticos y eunucos destinados al servicio de la aristocracia. En cambio, en el sistema griego, y luego especialmente en el romano, el comercio de esclavos en manos privadas se hace decisivo. Para ver esta diferencia en el caso bíblico, basta pensar en la situación de esclavitud de Israel en Egipto, donde si bien los hebreos están sometidos a trabajos forzados a favor del estado, se conforman como familias, mantienen una agrupación básica como nación esclava. Excepcionalmente José era un esclavo doméstico en casa de un funcionario real. En cambio, para Roma, cuando un pueblo era esclavizado, no lo era como nación, sino que se vendían particularmente los individuos como esclavos en el mercado de esclavos.
Las formas de tenencia de la tierra y la organización “republicana” de Roma privatiza la explotación, y con ella la administración, de las fuerzas de trabajo cautivo. En la socie­dad esclavista el propietario tiene un dominio real sobre el esclavo como ser humano. Ejerce un dominio prácticamente irrestricto sobre el cuerpo del esclavo. Este dominio es lo que le permite obtener un excedente del trabajo del esclavo. Al ser incorporado a la producción como una herramienta, todo el trabajo del esclavo aparece como trabajo gratuito, aunque consume parte de lo que produce para su propia subsistencia. Por la misma razón, en la medida en que disminuye el dominio físico (por el relajamiento de la vigilancia, o por la naturaleza del trabajo que realiza el esclavo, pedagogos, mayordomos, etc.) disminuye la capacidad de explotación, como ocurría a veces en los grandes latifundios romanos. Por eso a veces se estimulaba a ciertos esclavos administradores con una compensación económica extra. Así, algunos esclavos privilegiados podían, por su tarea, reunir un peculium (reserva de dinero) suficiente como para comprar su propia libertad.
En las minas y can­teras pedreras (o de yeso u otros productos de similar origen) una porción significativa de mano de obra era cautiva. En este caso no sólo es necesario mencionar a los esclavos, sino también a otras formas de trabajo forza­do, ya que la condena al trabajo en minas y canteras era uno de los castigos severos que solían imponerse, especial­mente a disidentes políticos de menor rango social, presos por deudas y criminales de las clases bajas, esclavos evadidos y recapturados, o que hubieran defraudado a sus patrones. Sabemos que también durante las persecuciones al cristia­nismo muchos fueron condenados a trabajos forzados en las minas de cobre o en las canteras.
Dentro de este marco, el modo de producción esclavista, consi­deramos ahora algunos aspectos más específicos, que pueden ayudarnos a ver el caso concreto de Filemón y Onésimo.
2.         Los esclavos urbanos y las artesanías
Había una producción artesanal que se realizaba en el ámbito agrario, pero seguramente ésta era marginal y pocas veces superaría el objetivo del autoabaste­cimiento. El grueso de la producción industrial se realizaba en el medio urbano, y más precisamente en las grandes y medianas ciudades, capaces de ofrecer un mercado propio para estos productos, o de participar del comercio con otros centros poblados donde estos bienes serían apre­ciados. Esto se realizaba de dos maneras. Por un lado estaban los grandes talleres que utilizaban una can­tidad apreciable de mano de obra cautiva (como los talleres del Emperador, destinados, p. ej., a la producción de armamento para el Ejército). Por el otro, estaban los talleres domésticos, de mediana o pequeña dimensión, dirigidos por el propio maestro arte­sano, que incluía seguramente un reducido grupo de esclavos propios y quizás algún otro artesano libre como asalariado, además de algunos aprendices. No es difícil que ésta sea la situación de Onésimo.
En ambos casos el lugar de los esclavos seguramente era decisivo desde el punto de vista económico. A veces los mismos maestros artesanos en la producción de cerámica itálica eran esclavos. Y si bien los testimonios señalan una significativa cantidad de libertos entre los artesanos, esto no hace sino avalar la hipótesis de que los talleres contaban con gran cantidad de esclavos, ya que seguramente estos libertos habían aprendido su oficio mientras eran esclavos, sobre todo si tenemos en cuenta que la manu­misión, durante el Principado, estaba prohibida para los esclavos menores de 20 ó 25 años, según variantes legales. Aún liberado, el vínculo de sujeción se mantenía a través de la relación pa­trón-cliente (un liberto quedaba obligado como cliente de su antiguo dueño). Es posible suponer que un liberto en estas condiciones siguiera trabajando en el mismo taller, con un régimen diferenciado, pero a cargo de otros esclavos de su mismo patrón (u otros que él adqui­riera) que estarían en calidad de asistentes o aprendices. Un liberto debía rendir cuentas a su patrón y asegurarle un cierto reconocimiento tanto social como económico.
Es cierto que en ocasiones se encontraban esclavos artesanos que ejercían su labor a cambio de un reducido sueldo, o que podían disponer de algunos de sus productos, lo que les permitía integrar su propio peculium. Pero hay también evidencias de personas que vivían de la posesión de un esclavo artesano, de quien extraían un rédito por alquilarlo para ciertas tareas. A veces un esclavo-artesano estaba a cargo de un taller, con posibilidad de ejercer una actividad autónoma (institor), lo cual es motivo de una compleja legislación para poder establecer la responsabilidad de los actos comerciales realizados por el esclavo en tal situación y el grado de compromiso que comportaban para su propieta­rio. Esta misma complejidad legislativa y el empeño de los juristas romanos en la clarificación de tales casos es otra prueba de los modos de explotación de los esclavos que tenían un oficio redituable y de su importancia en el apa­rato productivo y en la generación de riqueza.
Las actividades que hoy conocemos como servicios también eran realizadas, en muchos casos, por esclavos. Ya hemos señalado su participación en el servicio doméstico, como administradores, secretarios, músicos y también los podemos encontrar como médicos, maestros y pedagogos, etc. Los que tenían responsabilidades domésticas formaban parte de las familiae urbanas, al menos en Italia y en las regiones latinizadas. Hay casos en los cuales se mencionan cien, doscientos y hasta cuatrocientos siervos de la familia urbana en Roma (loscolumbaria —cementerio de nichos— de Pompeya, por ejemplo, indican una cantidad apreciable de servi familiae). Los testimonios muestran una disminución posterior del número de esclavos domésticos. Esta disminución del número de esclavos domés­ticos probablemente se deba principalmente a factores econó­micos, es decir, al costo del mantenimiento de tan alto número de servidores domésti­cos, no asimilados directamente a la produc­ción.
Los puestos administrativos (villicus, institores etc.) generalmente eran ocupados por esclavos de confianza del patrón y con capacidad contable —aunque no siempre es el caso en los establecimientos agrarios—. No era imposible, aunque tampoco frecuente, que estos esclavos administradores en algunos casos lograran formar unpeculium cuantioso (con buenas o con malas artes: cf. Lc 16,1-10), y que se transformaran en libertos o incluso en herederos de sus patrones; los cargos administrativos conforma­ban, entonces, la élite de los círculos de esclavos y liber­tos, especialmente si sus funciones se ejercían en el palacio del César, lo que les facilitaba (para algunos, siempre una escueta minoría del total) un acceso al poder que con el tiempo se fue haciendo una verdadera carrera política. El ser esclavo o liberto del César, o hijo de un liberto cesá­reo, y por lo tanto un cliente del princepsy eventualmente un amicus del César, comportaba el acceso a ciertos privile­gios, incluso de naturaleza económica. Lo mismo ocurría, en una medida mucho menor, con los escla­vos administradores de los munici­pios de las ciudades, como debe leerse en muchos casos el título de tesorero de la ciudad, que puede ser un esclavo.
Las habilidades y conocimientos para estos servicios (especialmente los médicos, maestros, comediantes etc.) debían asegurar a su poseedor un modus vivendi más o menos digno, aunque aquí establecía diferencias la condición legal. Un hombre libre en un medio urbano desarrollado, como Roma, Alejandría, Antioquía, podría hacer carrera como médico, o como instructor, especialmente si era contratado, p. ej., como médico público. Pero si era esclavo bien podía ser cedido por su patrón temporalmente a cambio de una retribución económica por parte del contra­tante, en usufructo, como ocurría con los esclavos artesa­nos. De esa manera también los patrones de estos esclavos de servicio podían, bajo ciertas condiciones, extraer ganancia de su trabajo, especialmente si el esclavo era un médico recono­cido o un campeón de gladiadores. Esta obli­gación alcanza también a un liberto, que debe ofrecer sus servicios gratuitamente a su patrón y a los amigos de su patrón.
3.         La condición (in)humana de los esclavos
Habiendo considerado los aspectos económicos que hacen a la condición del esclavo, especialmente de los esclavos urbanos, nos detendremos en las condiciones legales y sociales. La primera observación a tener en cuenta es que, desde un punto de vista legal, el esclavo es una no-persona, y por lo tanto no es sujeto de derecho alguno. Esto no quiere decir que no existían algunas leyes concernientes a la esclavitud, pero que afectaban a los patrones de esclavos. Sin pretender hacer aquí un estudio exhaustivo, podemos señalar algunas de estas condiciones legales y prácticas concernientes a la esclavitud, especialmente aquellas que puedan resultar significativas para la interpretación de la Carta de Pablo a Filemón u otros escritos neo-testamentarios que hablan sobre el tema.
Si bien el esclavo es una cosa y como tal totalmente sujeta a la voluntad de su patrón, no todos los autores de la época coinciden en su apreciación sobre esta institución. Ya algunos siglos antes, Aristóteles había señalado que el esclavo era una herramienta que habla y que sólo sería posible prescindir de la esclavitud si se inventaran máquinas que pudieran hacer el trabajo humano. La esclavitud era considerada, por tanto, como una necesidad económica. Pero no sólo eso: define la sub-humanidad de los esclavos en virtud de su origen bárbaro, no griego. Esta es la concepción predominante entre las clases altas y sus filósofos. Sin embargo, en algunos aparecen visiones más moderadas. Expresiones invitando a tener consideración especial de los esclavos y a evitar los abusos se encuentran en Musonio Rufo y algunos otros filósofos de la época del surgimiento del cristianismo, especialmente entre los estoicos. Pero no necesariamente la mayoría acompañaba esta sensibilidad, y las sátiras de la época presentan a filósofos que dictan a su escriba frases llenas de recomendaciones acerca del buen trato a los esclavos mientras, al mismo tiempo, azotaban a algún esclavo que los había irritado por un error menor.
La vida de los esclavos no se ahorraba ni en los trabajos más agotadores ni en los juegos gladiatoriales, aunque en algún momento hubo leyes que prohibían a un patrón matar a su esclavo sin justificación alguna, o abandonarlo al hambre en la vía pública cuando ya no le era útil. Se podía decir que, entre las clases altas de Roma, tener a la servidumbre bien vestida y cuidada (al menos a los que se veían en la casa de la ciudad) era señal de distinción y poder. Pero fuera de esta representación para el público las consideraciones eran otras. En ocasiones se recomendaba dar ciertos trabajos riesgosos, o el cultivo en zonas áridas y/o insalubres, a hombres libres, y no a esclavos, para no “arriesgar el capital propio”. Si el hombre libre enfermaba, o el rendimiento del campo arrendado era insuficiente, el propietario no quedaba con ninguna responsabilidad. En cambio, un esclavo costaba, no sólo su precio, sino su alimentación, vestido y cuidado, su entrenamiento y la vigilancia para que no escapara. En ese sentido, un esclavo era una inversión y había que cuidarla. Pero una vez que había rendido su utilidad, bajaba su precio y consideración notablemente. A tal punto que era frecuente que los esclavos fueran liberados al término de su vida útil, normalmente después de los 25 o 30 años. Como ya indicamos, raramente vivían más allá de los treinta y cinco años. Las leyes obligaban, con todo, al patrón a proveer ciertos servicios a sus libertos, especialmente en las ciudades, con el fin de evitar la acumulación de mendigos o ladrones entre los libertos.
El abuso sexual de mujeres y niños esclavos no tenía restricción alguna, y el abandono de niños era práctica normal. Esto último lo recomendaban los tratadistas en momentos en que salía más barato comprar un esclavo adolescente (listo para rendir frutos laborales) que invertir en criar a los hijos de esclavas (aunque fueran engendrados por patrones) desde niños hasta que alcanzaran una edad productiva. Más aún porque no se podía saber si después iban a resultar saludables y aptos para la tarea. En cambio, traídos como cautivos de guerra, o vendidos en pago de deudas propias o de sus padres (cf. Mt 18,25), se podían adquirir esclavos ya formados a bajo precio. Hubo momentos en el Imperio, especialmente a principios del mismo y durante el siglo 1 en que el precio de los esclavos cayó significativamente por la abundancia que había.
Un esclavo, mientras lo fuera, no podía ejercer ningún derecho. No tenían derecho a formar familia, a decidir sobre la suerte de sus hijos, a trasladarse, etc. No había día de descanso, ni jornada (cf. Lc 17,7-9). Excepción la tuvieron los esclavos judíos, a quienes se les reconocía el derecho a su propia religión, a guardar el sábado, a mantener sus reglas alimenticias y de pureza. Estas excepciones, más el orgullo de origen que los caracterizaba, había llevado a formar el refrán “quien compra un esclavo judío se compra un patrón”.
Por otro lado también hay casos, aunque muy excepcionales, en que se estableció una relación de confianza entre un patrón y algún esclavo destacado. Hay ejemplos de un patrón que disponía, por vía testamentaria, la libertad y una dote de la herencia a algunos de sus siervos. Incluso hay algunos casos en los cuales un patrón sin hijos propios adoptaba a algún esclavo para hacerlo su heredero. De esto se vale Pablo en Rm 8,15-17 para hablar del sentido liberador del Espíritu de Dios. Sin embargo, justamente esto marca el contraste con lo que era la práctica habitual: el maltrato y desprecio del esclavo. Especialmente si el esclavo se manifestaba como indócil, amante de la libertad, o demasiado ingenioso. Los castigos a los esclavos rebeldes eran inmisericordes: azotes, torturas, amputaciones, muerte. El único momento en que el Estado intervenía entre un esclavo y su patrón era cuando el esclavo debía ser condenado por intento de fuga, participación en sedición o actos de violencia. Allí, la condena a muerte o a trabajos forzados era inescapable. No solo para quien lo hiciera, sino que el castigo era colectivo para todo el conjunto. En Roma, por ejemplo, se registra el caso en que un esclavo mató accidentalmente en la casa a su patrón, Secundus. El castigo se aplicó a los cuatrocientos esclavos domésticos de Secundus. Todos, incluso los niños pequeños, fueron crucificados. Fue tan desgarrante el espectáculo que aún el Senado romano examinó el caso, y aunque aplicó estrictamente la ley, a posteriori suavizó las condenas para casos similares.
4.         El caso de Onésimo
Cuando examinamos la situación de Onésimo, tendremos en cuenta las siguientes cosas.
1)         Es evidente que Onésimo es un esclavo doméstico de ámbito urbano. Filemón aparece citado como jefe de una casa que hospeda una comunidad creyente. Probablemente Apia sea la esposa de Filemón y Arquipo presida esa comunidad. Pablo y Timoteo, al dirigir la carta y los saludos finales a todos, y no solo a Filemón, hacen a la comunidad testigo y corresponsable de la situación de Onésimo. Al individualizar a Filemón luego, utilizando el singular en el resto de la epístola, pone el peso sobre Filemón, señalando a éste como el dueño del esclavo Onésimo, y por lo tanto, quien debe ser el agente de la modificación del status de Onésimo.
2)         Siendo Filemón el propietario de una casa urbana, que cuenta con (al menos) un esclavo, podemos imaginar para él alguna de estas situaciones:
–          Que sea un ciudadano eminente de la ciudad (¿Colosas?), propietario ausente de grandes tierras y muchos esclavos, que vive en una casa urbana. En ese caso Onésimo sería uno de tantos esclavos; tanto podría ser un esclavo del área rural, evadido, como un servidor doméstico con funciones específicas. Por razones que veremos más adelante difícilmente puede considerarse a Onésimo un esclavo evadido, menos aún de una finca rural. Esta hipótesis de Filemón como un rico destacado parece poco probable, tanto porque el temprano cristianismo difícilmente llegara a esos círculos, como por el tono de la carta, que no muestra otras dimensiones de la problemática que esta situación acarrearía.
–          Que fuera un comerciante más o menos acaudalado. En ese caso, habría enviado a Onésimo para ciertas gestiones a Éfeso (probable lugar de composición de la carta). El hecho de que Onésimo se encuentre relativamente lejos de Colosas indicaría que Filemón tiene un círculo comercial extendido, que supera el orden local. Esta hipótesis es más verosímil. Por cierto que los comerciantes eran ciudadanos de segunda —aunque poseyeran buenas cuentas— pues sólo era considerada noble la riqueza hecha a partir de la explotación agraria.
–          Que fuera un artesano con taller propio (Colosas era conocida por su producción textil, especialmente lanas), dedicado a la confección textil, o al teñido de lanas, u otra tarea afín. No sería difícil, ya que Pablo, siendo de un oficio del mismo gremio —cosedor toldero— se vinculaba con gente del ramo (Priscila y Aquila, por ejemplo, con quienes comparte su ministerio en Éfeso, Hch 18). En ese caso Onésimo podría ser un joven esclavo aprendiz, como solían tener los artesanos. La ekklesía funcionaría en el mismo taller artesanal, ya que los artesanos solían tener un gran salón como taller, con algunas habitaciones sencillas como vivienda al fondo o en la terraza del mismo. Por su similitud con otras situaciones de las nacientes comunidades paulinas, me parece ésta ser la más probable.
3)         Onésimo, contrariamente a lo que han pensado la mayoría de los comentaristas, no puede considerarse como esclavo fugitivo. Onésimo no está en la cárcel como prisionero, ya que Pablo puede “enviarlo nuevamente” (v.12) a Filemón. ¿Cómo podría Pablo, prisionero, disponer de otro prisionero y decidir enviarlo? Menos aún si era un esclavo fugitivo, para quienes no había clemencia. Esto descarta la posibilidad de que fuera un esclavo rural evadido de una hacienda. Por otro lado, un esclavo fugitivo, cómo y por qué se aventuraría a acercarse a una cárcel, sabiendo que era exponerse a su captura y muerte segura. Es claro que Onésimo debe ser un esclavo con cierta libertad de movimientos, portador de un salvoconducto de su patrón para encontrarse lejos de su lugar de residencia, deambulando tan libremente como para acercarse a un amigo encarcelado de su patrón. Esto obliga a pensar en un esclavo urbano con ciertas responsabilidades o en un aprendiz fuera de su ámbito, o en una combinación de ambos.
4)         Esto nos lleva a pensar en Onésimo como:
–          Un administrador de Filemón comerciante. Enviado a Éfeso para realizar ciertas gestiones para su patrón, realizó mal sus negocios y ha perdido su dinero. No quiere evadirse pues teme ser encontrado y condenado. Sus plazos se vencen y debe volver a Colosas. Retrasa lo que puede su regreso. Temeroso de las posibles represalias de su dueño, recurre a Pablo, a quien sabe amigo de Filemón, para que interceda por él. Allí la palabra de Pablo le revela a Cristo, y le pide quedarse para ayudarlo. Pero Pablo prefiere “blanquear” la situación —por otro lado los salvoconductos tenían plazos limitados— y remitirlo a Colosas con esta carta.
–          Un aprendiz de Filemón artesano. Pero Onésimo ha resultado ser flojo y poco apto para el oficio, un inútil (v.11) que le ha ocasionado pérdidas y desprestigio en el gremio (v.18). Filemón decide dejarlo libre a su suerte, darle un salvoconducto (si es que por su juventud no puede manumitirlo) y que se vaya a tentar suerte a otro lado. Fracasado y con hambre, deambulando en Éfeso, se encuentra con el equipo misionero de Pablo y pide su ayuda. La conversación con Pablo en la cárcel le hace rever su actitud, y comienza a mostrarse servicial, atento, diligente. Pablo decide que Onésimo merece una nueva oportunidad, incluso la posibilidad de quedar asociado a Filemón, tanto en el trabajo de la Iglesia como en el oficio (v.16). Así, invita a Filemón a recuperar a Onésimo no sólo como esclavo sino como hermano.
Cualquiera de estas opciones (o una posible combinación de elementos de ambas) significará matices en la lectura e interpretación de la carta. El objeto de este artículo no es entrar en esto, que otros autores en esta misma publicación hacen. Lo que sí es necesario es ver que en la carta está en juego no solo el tema de la esclavitud, sino toda consideración por el prójimo en necesidad, sometido, y la posibilidad de su plena recuperación como hermano.
Néstor O. Míguez
Camacuá 252
1406 Buenos Aires
Argentina

Staerman, E. M. Die Blütezeit der Sklavenwirtschaft in der Römischen Republik, Franz Steiner Verlag, Wiesbaden, 1969, p.278.
De Sainte Croix, G. The Class Struggle in the Ancient Greek World. Cornell University Press, New York, 1981, p.133










Roma

Las guerras interiores y exteriores a partir de finales del siglo III a. C. (Guerras Púnicasguerra social y guerra civil) pusieron bajo el control de la oligarquía senatorial grandes territorios, de forma especial en el sur de Italia. Al mismo tiempo acentuaron dramáticamente la decadencia del campesinado romano, que en otros tiempos había constituido la sólida base de pequeños propietarios de la pirámide social de la ciudad. La movilización sin fin agotó a los assidui, llamados año tras año a la legión. Los que no morían eran incapaces de conservar sus tierras, absorbidas por la nobleza ecuestre y senatorial. Del año 200 al 167 a. C., el 10% o más de todos los hombres libres y adultos de Roma estuvieron alistados permanentemente en el ejército. Este gigantesco esfuerzo militar sólo era posible porque la economía civil en la que se apoyaba podía funcionar hasta ese punto gracias al trabajo de los esclavos, que liberaba las correspondientes reservas de mano de obra para los ejércitos de la República. A su vez las guerras victoriosas proporcionaban más cautivos-esclavos para enviar a las ciudades y las fincas de Italia.
El resultado final fue la aparición de unas propiedades agrarias, los latifundios cultivadas por esclavos, de un tamaño hasta entonces desconocido. Los mayores podían alanzar más de 80.000 hectáras. Incluso siendo dispersos, sus fincas individualizadas solían superar los 500 iugera (120 hectáreas) y no eran raros tamaños diez veces superiores. Aumentó la combinación del cultivo de vidolivo con el de los cereales, y la superficie dedicada a la ganadería. La comercialización estaba asegurada por las vías terrestres (calzada romana) y las rutas marítimas de un Mediterráneopacificado que llevaban la producción a las ciudades, la mayor la propia Roma. A larga distancia las grandes metrópolis de Oriente proporcionaban un comercio de lujo.
A finales de la República quizá el 90% de los artesanos de Roma eran de origen esclavo. Se calcula que en el 225 a.c. habría en Italia 4.400.000 personas libres frente a 600.000 esclavos. En el año 43 a.c. la población libre no habría crecido, mientras que los esclavos serían 3.000.000 (cinco veces más que en la fecha anterior).

[editar]La crisis del modo de producción esclavista

La pax romana de Augusto y el Imperio no podía significar el fin del expansionismo militar, pues si se acababa el mecanismo antes descrito (conquistas que proporcionen esclavos, que sustituyan a campesinos libres para que puedan convertirse en ciudadanos con obligaciones militares que vayan a conquistar más esclavos) el sistema entero caería. El siglo II, en que los emperadores de ladinastía Antonina combaten eficazmente en una frontera cada vez mejor definida, ve la última conquista de una provincia: la Dacia en tiempo de Trajano. La crisis del siglo III, con su correlato de invasiones, anarquía militar y crisis ideológica que conlleva la expansión y posterior triunfo del cristianismo es en lo económico la crisis del modo de producción esclavista. Los latifundios empiezan a ser cultivados por colonos semilibres, y los esclavos escasean. No se reproducen fácilmente, no se adquieren por conquista (los bárbaros están pasando a ser la fuerza principal del ejército romano), e incluso son liberados, a veces por motivos piadosos, lo que no oculta el interés que los propietarios tienen de convertirse en algo parecido a lo que serán los señores feudales. Las reformas deDiocleciano salvan el Imperio un siglo más, pero empujan el sistema en un sentido definitivamente feudal (los cargos públicos y oficios deben heredarse, la presión fiscal hace opresiva la vida urbana). La ciudad decae, al igual que la ciudadanía romana se extiende y deja de ser atractiva (Caracalla la había concedido a todos los hombres libres). Ciudadanía y libertad son conceptos que se han devaluado definitivamente. Cuando ser libre ya no signifique nada, nada significará ser esclavo. Son otras relaciones de producción.
Existe un intenso debate entre historiadores respecto a la cronología, las causas y las formas en que se produjo la transición entre el modo de producción esclavista y el modo de producción feudal, otransición entre esclavismo y feudalismo. La posición más clásica del materialismo histórico, empezando por la del propio Karl Marx, es situarlo en fechas tempranas, en la época de las invasiones bárbaras del siglo V; la historiografía materialista de mediados del siglo XX, como Perry Anderson, realiza una inclusión más sofisticada en un proceso de transición secular identificable con toda laAntigüedad tardía en Europa Occidental (desde la crisis del siglo III hasta el periodo post-carolingio -siglo IX-)1 y por otro lado autores vinculados a la francesa Escuela de Annales como Georges DubyPierre Bonnassie, apoyados en una ingente documentación, demuestran pervivencias fundamentales del esclavismo en la Alta Edad Media, hasta el siglo XI, en medio de la llamada revolución feudal. Según este último autor el auge del esclavismo se daría en el siglo VII.2